Nuestra Práctica

¿Para qué practicamos budismo? Hacemos la práctica budista para revelar nuestra naturaleza real. Esa es la Naturaleza del Buda, la Mente Iluminada. Esta mente iluminada es amor infinito, ecuanimidad infinita y compasión infinita. Todos los seres tenemos esa naturaleza del Buda y la manifestamos de alguna forma. Los seres sensibles, por esta naturaleza inherente son bondadosos, pues poseen las características del Buda. Si buscamos en nuestro corazón encontraremos nuestra naturaleza búdica, el estado iluminado de la mente. Todo el amor, la gentileza y la compasión que experimentemos surge de ahí.

Shakyamuni 3 for web page.jpgPor lo tanto la naturaleza del Buda no se encuentra fuera de nuestra mente. Esa naturaleza surge sin esfuerzo alguno. Siempre ha estado ahí y se puede captar en la presencia de la sabiduría innata, la compasión y el amor en todo y cada uno de los seres sensibles. Ese es su estado de conciencia natural. Solamente explorando nuestras mentes podremos encontrar, lograr y expresar esta bella y gloriosa naturaleza.

La necesidad de manifestar este estado de conciencia se hace claro a través del sufrimiento. Cuando sufrimos, al igual que todos los seres sensibles, recordamos el dolor de la existencia y el deseo de ser felices. Sabemos que la felicidad existe y la deseamos en nuestros corazones. El sufrimiento es el recuerdo que sabiamente nos despierta a la necesidad de regresar a ese estado original de bendición y pureza en lo más profundo de nuestro ser. Si ese estado no existiera, ¿cómo entonces su opuesto, el sufrimiento existe?

Una vez que este recuerdo, el de una mejor senda, la felicidad permanente, surja en nuestra mente, y se manifieste, entonces se convertirá en un estado permanente de conciencia que nos ayudará a despertar del sueño del olvido. El proceso de manifestar este estado permanente, de alegría sin límites o de bendiciones en nosotros, comprende tres actividades. Tenemos que recibir la enseñanza adecuada, contemplarla y practicarla hasta lograr totalmente sus resultados. De esta forma logramos recordar eso que tiene que llegar a nuestra mente a través de las prácticas conscientes de meditación, purificación de las obscuraciones mentales, y la práctica de las actividades meritorias que nos ayudan a limpiar los efectos negativos de nuestros malos actos, y nos ayudan a que despertemos del sueño de la dualidad que existe en nuestra mente.

Por lo tanto, la única y más importante actividad de cualquier ser sensible es despertar y revelar completamente esa Naturaleza del Buda o la Naturaleza Verdadera de la mente en esa misma vida. La única forma que un ser humano tiene para realmente lograrlo es mediante la introspección y manifestando completamente toda la sabiduría iluminada, amor y compasión en su corazón y expresarlo al mundo. Este es el propósito de la vida. Las formas que esto tomará serán tantas como tantos seres sensibles existan, pero sus cualidades siempre son las mismas: apertura, compasión y amor.

El logro de esta iluminación vendrá acompañado de una explosión de amor infinito, gozo infinito, sabiduría infinita, compasión infinita y la completa liberación del individuo del sufrimiento en esta y todas sus futuras encarnaciones. Al estar en un estado absoluto de amor, sabiduría y gozo infinito sin condiciones, uno se encuentra en el estado de la Mente del Buda.

Las características de esta naturaleza del Buda y de su mente son la expresión del amor infinito, la compasión infinita, y la sabiduría como un continuo, que servirá para nuestro beneficio y el de todos los seres. Por lo tanto, cuando comprendemos la naturaleza real, nos convertimos en una fuente continua e ilimitada de amor y compasión para los seres concientes en sus procesos individuales de descubrir su propia naturaleza del Buda. En ese estado mental, la compasión lograda fomenta que los seres que nos rodean busquen también la fuente de la compasión en ellos mismos.

Esta expresión radiante de los beneficios ilimitados del amor, la compasión y la sabiduría para todos los seres está encarnada en la vida del Buda Sakyamuni, Padmasambhava y el inmenso linaje de maestros budistas. Para lograr ese objetivo, no había que ser un maestro o un monje, en esta tradición muchos practicantes laicos llevaron a cabo la práctica de la enseñanza hasta descubrir la naturaleza original e iluminarse.

Todos tenemos en nuestros corazones una pequeña cantidad de amor, compasión y sabiduría. Estas cualidades no se han expandido lo suficiente debido a las limitaciones de nuestra mente. Ampliar esa pequeña cantidad de amor y de luz, es el propósito y método de la práctica budista. Es reflejar la Naturaleza del Buda, en nosotros y en los demás.

La presencia de las cualidades radiantes del amor, compasión y sabiduría pueden ser vistas en los aspectos de gentileza, inteligencia y cuido que se pueden ver en todas las formas de seres, en animales y en seres humanos. El objetivo de la práctica budista es hacer crecer está pequeña luz hasta la iluminación.

El fin de la práctica budista Nyingma es romper con los límites en el amor, la compasión y la sabiduría en la mente del practicante individual y de todos los seres concientes. La manifestación de esta naturaleza ilimitada del Buda en nuestra propia mente y las mentes de todos y cada uno de los seres concientes resultará en el fin del sufrimiento en un instante y traerá una paz y armonía universal. Esta paz universal se debe a que las mentes de todos los seres no podrán ser oscurecidas y todos los seres expresarán amor incondicional, compasión incondicional y sabiduría ilimitada. Ningún ser será capaz hacerle daño a otro. Entonces, esto terminaría totalmente el ciclo de nacimientos de todos los seres y eliminaría para siempre el sufrimiento y las actividades negativas.

El método de la escuela Nyingma

Todos los métodos, filosofías y prácticas de todos los vehículos budistas son parte de este método y se completan dentro sus más altas prácticas. Como esto es el vajrayana, o el vehículo indestructible, comienza en el punto de vista más elevado. En vez de comenzar desde el punto de vista de causa y efecto de los vehículos graduales, los Nyingma comienzan su práctica desde el punto de vista del resultado o con la visión de que todos los seres son ya Budas en su estado natural de la mente. Por lo tanto, no hay nada que añadir o que quitar en ese estado que es primordialmente perfecto. El resultado ya se encuentra en nuestras mentes, solamente tenemos que comprenderlo.

Siguiendo esta premisa, nuestra senda es solamente levantar el velo de las oscurecimientos y de la ilusiones que nuestra mente conceptual y dualista nos crea. La mente crea esta ilusión de la dualidad simplemente para apegarse a los fenómenos que percibe o estar separada de estos. Esta visión errónea se solidifica a través de su práctica de apegarse, rechazar o ignorar los fenómenos. Correr el velo de la separación entre el que experimenta y la experiencia es la senda de la actividad.

A través del uso de las practicas fundamentales de meditación budista y de distintos métodos de práctica muy profundos, combinados con este punto de vista, esta ilusión de la dualidad va desapareciendo, revelándonos nuestra Naturaleza del Buda como algo naturalmente presente en nuestra mente. Esta mente absoluta, que siempre ha estado presente en nuestras mentes, se convierte en el punto de vista principal de nuestra mente.

Esta Naturaleza del Buda revelada entonces se convierte en nuestro punto de vista primordial. El punto de vista de la dualidad se reconoce como un punto de vista relativo, útil para la actividad cotidiana, pero que ya no nos guía en nuestra vida.

El fruto de esta comprensión es un aumento exponencial del amor, la sabiduría, y la compasión en la mente y la vida del practicante. Estas cualidades se irradian como una luz hacia todos los seres. Esta luz no es algo nuevo, simplemente no le habíamos prestado la atención necesaria como el punto de vista esencial de nuestra mente. Dicen todas las enseñanzas, que es imposible la iluminación sin la motivación esencial del amor y la compasión sin límites para todos los seres.

Una vez logramos estabilidad en esta naturaleza intrínseca de nuestra mente, como algo permanente y como nuestro punto de vista rector, logramos la iluminación. Uno entonces se libera del sufrimiento y se convierte en una emanación radiante de amor, compasión y sabiduría. Estas cualidades se manifiestan para siempre en nosotros y en todos los seres que reciben nuestro amor y compasión. El estado iluminado es actividad incesante para todos los seres. El voto de compasión de los iluminados de regresar a ejercer su compasión y amor para todos los seres hasta que todos se iluminen, expresa claramente ese amor y compasión ilimitado. Estas cualidades ilimitadas trascienden las diez direcciones y los tres tiempos.

Los logros de estas prácticas se han manifestado en los practicantes desde el Siglo VIII hasta el día de hoy, porque se trata del potencial humano innato, en su máxima expresión.